Hoy no puedo explayarme en la escritura, porque olvid� mi port�til en la oficina y no he podido preparar el post en casa.
El fin de semana argelino me sent� tan estupendamente que se me han quitado casi todos los males. Me mandaron al cardi�logo por un problema de hipertensi�n, pero tras varias pruebas me han encontrado hecho una rosa. No obstante, durante unos d�as me van a tomar la tensi�n varias veces, para detectar altibajos. Tengo una cita pedida con el especialista en Bilbao, pero la voy a anular, no creo que me haga falta. Me viene muy bien anular el viaje, porque tengo un mont�n de cosas que hacer en la oficina que me motivan un mont�n y si me fuera unos d�as se quedar�an colgando.
La apuesta con Jon por adelgazar me ha animado a recuperar el r�gimen. Creo que es lo que m�s me ha ayudado (eskerrik asko, Jon) a sentirme bien, a tener un objetivo. Esta ma�ana, medio vestido, porque olvid� pesarme antes de ponerme los pantalones, como hab�a convenido, pesaba 80,7 kilos y veo que muy pronto mi balanza mostrar� una cifra que empiece por siete, como hace un mes. Me he tra�do fruta para comer, aunque en el desayuno he incluido 100 gramos de unos riqu�simos macarrones (pastas elaboradas con harina de almendra) que venden en la pasteler�a de la Placette de Hydra. Pero es importante encontrarme bien conmigo mismo y con fuerzas para no hacer de Triki, el monstruo de las galletas, en cuanto llego a casa por la noche.
No s� si ma�ana escribir� sobre la plasmaci�n pr�ctica de la pol�tica exterior espa�ola y lo bien que defienden los intereses de los ciudadanos que estamos en el extranjero. Lo har�, en su caso, con respeto, ni desatinos ni borjamaris. Pero si cuento c�mo funciona el Consulado como buenos servidores p�blicos, lo bien que responden al tel�fono, las facilidades para que votemos en las elecciones o el trato exquisito que reciben quienes solicitan un visado (enti�ndase todo exactamente al rev�s de lo que he escrito), por poner cuatro ejemplos, es posible que alguien se me enfade. Y, por muy mal que lo cuente, no ser� ni la mitad de lo que ocurre en la realidad. A mi me da verg�enza en ocasiones sentirme compatriota de quienes tendr�an que ser un ejemplo.
La foto, por cierto, muestra c�mo se ve Argelia desde el Consulado.
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