El mi�rcoles pasado fui a mi segunda consulta de psiquiatr�a. Ya no sent�a ansiedad, se me hab�a pasado sin tomar ninguna de sus medicinas ni siguiendo sus recomendaciones de recordar las situaciones de miedo de la infancia.
Lo m�s dif�cil para mi es superar el fin de semana, porque necesito salir a descubrir la aventura de Argelia y si no me encuentro bien no me motiva hacerlo solo. El s�bado anterior hab�a gozado de buena compa��a y empec� la semana con ganas. El domingo fue mejor todav�a. El pasado lunes me atrev� a acudir al trabajo pese a ser d�a 11 y temer alg�n atentado. El martes me quit� una losa que llevaba desde hac�a m�s de dos meses por no hablar de ello en su momento. Como no tuve clase de �rabe en toda la semana, me dediqu� a leer carteles y anuncios por mi cuenta, lo que no hab�a hecho nunca, pero ahora me apetec�a. Todo me sal�a bien y para cuando toc� la cita con el psiquiatra, el mi�rcoles, yo me encontraba estupendamente.
Para las mentes mal pensadas que creen conocerme, aclarar que me port� bien. Estuve amable y simp�tico al principio, mientras �l manten�a su metodolog�a. Luego, entre bromas y sonrisas le expliqu� mi reacci�n de la primera visita y lo que no me hab�a gustado. Y luego cambi� el gui�n, se desdijo de sus primeros cinco minutos y yo segu� igual de simp�tico. Tuve incluso un detalle de v�spera de San Valent�n para su secretaria.
Si las cosas se tuercen es posible que necesite la ayuda de un psic�logo, no de un psiquiatra, para calmar mis nervios y la tensi�n permanente con la que vivo y que desgraciadamente contagio. Pero si sigo como en los �ltimos d�as no necesitar� a ninguno de los dos. Ahora ya s� cu�l es la receta, aunque no la pueda contar.
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