Llegas un d�a soleado de abril muy animado al trabajo. Recibes de pronto una pu�alada en la espalda, insultos de alguien que equivocadamente ten�as por digna de tu mayor consideraci�n y descubres que no s�lo te ha utilizado, sino que se ha dedicado a devolverte tus desvelos complic�ndote la vida. Te lo hace abiertamente y de una forma que deber�a calificar de burda, mezquina, zafia, rastrera y propia de una mala persona, aunque para eso haya que ser primero persona. Y no te lo puedes ni creer.
Tambi�n escuchas un ladrido y recuerdas aquella vi�eta de Blair como el caniche de Bush. Y te da pena lo que hace la falta de criterio propio en individuos manipulados o m�s bien interesados en mostrarse as�.
Afortunadamente, cuando uno est� bien de �nimo toma siempre el lado positivo de lo que le sucede. Y hasta en esa tristeza inicial encuentra la alegr�a. La escasa alegr�a que proporciona el descubrir la cara oculta de la ruindad humana, porque en los momentos dif�ciles es cuando mejor se conoce a la gente. Pero sobre todo la inmensa alegr�a de saber que compartes tu vida con personas que valen mucho la pena, m�s all� de individuos abyectos, figuras de paso, espero que ef�mero, a las que la vida ya va poniendo en su sitio.
Ayer era domingo, d�a laborable en Argel, de modo que lo pas� en la Oficina Comercial. Creo que no me puedo quejar objetivamente del equipo humano que me rodea. Si a un trabajador le pones un jefe que trabaja muchas m�s horas que los dem�s; un segundo jefe que est� dispuesto a ayudarle ante cualquier problema y a cualquier hora; una s�per administrativa que es de las mejores personas con las que puede toparse en su vida; otra administrativa muy eficiente y agradable; una auxiliar que se desvive por su trabajo y lo hace con una sonrisa permanente; otra auxiliar dulce y exquisita como ella sola? con todo eso, m�s el resto del personal al que no menciono, nadie puede estar descontento, aunque todos tengamos luego un lado menos positivo (la verdad, a la s�per a�n no se lo he encontrado). Por eso, desarrollar mi trabajo en Argel y en esta Oficina Comercial es una suerte que muchas veces no aprecio en su justo valor. S� que se debe en buena parte a que mis expectativas laborales eran otras y a que no he podido desarrollar apenas el trabajo que yo deseaba. Pero tengo que aprender a cuidar y valorar ese grupo con el que voy a compartir mi futuro. Que a nadie le quede la menor duda de que yo estar� con ellos y ellos estar�n conmigo. Junto a nosotros habr� otros que vendr�n y se ir�n, gente que quedar� para siempre en un trocito de mi coraz�n y otros que con gusto borrar� de mi memoria. Pero no me separar�n de mis compa�eras.
Es curioso c�mo a veces quien pretende hacerte da�o te acaba abriendo una v�a en la que no hab�as pensado. Supongo que no es la primera vez que la v�bora se muerde por error la cola. Me da pena. Por la tarde, en el bautizo de dos ni�os congole�os, me encontr� rezando como hago siempre por quien ahora s�lo me desea el mal. No merece la pena guardar rencor, aunque sabes que cada vez que has tendido la mano te la han mordido y llegar� un momento en el que ya no est�s dispuesto a seguir ofreciendo el mu��n.
No me extra�ar�a que por primera vez tuviera que vetar alg�n comentario en este blog. Cuando ya ha habido alg�n intento esta semana de que se cerrara, denunci�ndolo como inapropiado, aunque est�n comprobando que no era cierta la denuncia, no voy a dar pie a que alg�n comentario falto de educaci�n facilite la labor.
lunes, 7 de abril de 2008
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