miércoles, 16 de abril de 2008

Hace quince a�os

El 16 de abril es un d�a especial en mi relaci�n con Argelia, se trata de mi cumplea�os virtual.

Yo llegu� a Argelia por primera vez el d�a 16 de abril de 1993, contratado por la empresa Montajes Nervi�n para trabajar en la ciudad de Annaba llevando la parte administrativa de un contrato que otra empresa, Sidernaval, hab�a firmado para construir dos m�quinas de colada continua para un horno alto de la siderurgia de El Hadjar.

El choque cultural fue enorme, pero yo llevaba la mochila repleta de ilusi�n. Me ha pasado con alg�n joven que llega nuevo, que me veo reflejado en c�mo viv� yo esta experiencia. La primera sorpresa recuerdo que la recib� en el aeropuerto de Argel, cuando al ir a embarcar en el vuelo nacional para Annaba me encontr� con que mis maletas hab�an desaparecido, porque entre el aeropuerto internacional y el nacional no se aceptaba trasbordo de equipajes. Me toc� regresar al aeropuerto internacional, recoger con cuatro horas de retraso mis 50 kilos de libros y ropa y correr con todo ello al aeropuerto nacional, para embarcar por los pelos. Luego, en Annaba, creo recordar que eran los �ltimos d�as de Ramad�n, de modo que ese mundo desconocido se me hizo m�s fascinante. Y descubr� lo maravillosa que es la gente argelina, lo cercana y calurosa que es con aquellos que no se muestran altivos, pero tambi�n los pillos y aprovechados que corren detr�s del dinero. Yo me mostr� desde el primer momento como soy y le ca� fenomenalmente a la gente, igual que ellos a mi. Ten�a infinidad de amigos y conocidos.

All�, en Annaba, aprend� mucho, much�simo. Quiz�s fue en ese sentido el mejor trabajo de mi vida.

Primero, aprend� a manejarme entre dos empresas, una que me pagaba y otra para la que desarrollaba fundamentalmente mi trabajo, con profesionalidad y sin que una supiera nada confidencial de la otra.

Aprend� a tratar al pueblo argelino, mostr�ndome como soy, sin sentirme nunca superior a nadie, porque no lo soy. All� decidieron los responsables de la empresa nacional de siderurgia cambiarme el nombre de Jos� Antonio por el de Ahmed y llegamos a tal punto de mutua confianza que para firmar una ampliaci�n del contrato con la empresa espa�ola me pidieron que lo leyera para, si yo lo ve�a bien, firmarlo sin pasar por sus servicios jur�dicos.

Aprend� algo de tecnolog�a, porque para poder trabajar en una empresa de montaje y ser competitivo hace falta conocer los elementos con los que se trabaja. Yo consegu� que me dieran un mono de trabajo y tres d�as por semana iba una hora a la obra a conocer como iba todo y c�mo se trabajaba.

Aprend� tambi�n a gestionar una empresa. Lo que inicialmente parec�a que se limitar�a a llevar la administraci�n de una obra se convirti� en la legalizaci�n de una empresa en Argelia, la negociaci�n con las autoridades de ventajas fiscales, la contrataci�n de personal, la transferencia de fondos y muchas cosas m�s. Al final era yo el cabeza de una empresa a la que realmente no pertenec�a.

Aprend�, por encima de todo, a amar Argelia. En diciembre de aquel a�o 1993 comenzaron a asesinar a los extranjeros residentes en el pa�s y todos los expatriados huyeron. Yo repatri� a mi personal y me qued� cerrando legalmente la empresa, preparando liquidaciones anuales de impuestos y solucionando el problema de todas las importaciones temporales que hab�a efectuado de material de obra, para las que hab�a tenido que depositar varias fianzas en aduana. Se produjeron varios asesinatos en pocos d�as y me qued� como �nico extranjero, y sobradamente conocido por todos, en una gran ciudad. Mis amigos argelinos decidieron jugarse tambi�n la vida por m� y estuvieron haciendo guardia en la puerta de mi casa por si ven�an a buscarme. Incluso mi hu�da, varios d�as despu�s y v�a Constantina, result� arriesgada, en una regi�n que en esos momentos no controlaba el ej�rcito sino el llamado AIS, brazo armado del islamismo pol�tico al que hab�an usurpado la victoria electoral. Guardo infinidad de an�cdotas y recuerdos de aquellos d�as. Ahora mismo me quedo con las cuatro horas que pas� la v�spera llorando, abrazado a Wafia. Sab�amos que no nos volver�amos a ver, como as� ha sido.

Aquella primera experiencia me sirvi� para trabajar posteriormente en Argelia en el mundo de los hidrocarburos, en la ciudad de Skikda, con el grupo ABB. Y varios a�os m�s tarde, cuando llevaba un tiempo en el mundo de la formaci�n en comercio exterior, pude ingresar en la Oficina Comercial de Espa�a en Argel como Analista de Mercado, puesto para el que solicit� la excedencia y que he recuperado hace algo m�s de nueve meses.

Y todo empez� un 16 de abril de hace quince a�os.

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