La primera persona de la Oficina Comercial con la que habl� la primera vez que vine a trabajar, hace diez a�os, fue Mariona. Me llam� unos d�as antes para ayudarme a preparar mi llegada y buscarme una asistente que me limpiara la casa en la que yo iba a vivir. Luego nos conocimos en Argel el mismo d�a de mi llegada. Viv�amos en el edificio de Echo Bravo y muchas tardes yo sub�a a la quinta planta, a casa de Mari Carmen, para mantener una tertulia los tres. En los momentos de mayor riesgo en el pa�s era ese rato de conversaci�n el �nico momento de distracci�n de la jornada. Y no lo llev�bamos mal.
He de confesar que yo siempre he tenido en Mariona un referente. En realidad tengo cuatro, de los que puede contar tres. Suelo decir que Houria y Farid son, cada uno en su puesto, el prototipo del trabajador argelino ideal. Que conocer y entender a Houria es entender el pa�s y gan�rsela es haber triunfado en Argelia; as�, el tiempo que lleva distanciada de mi deber�a entenderlo como mi fracaso, aunque creo que es a ella a quien en esta ocasi�n le toca ir de frente y decirme todo lo que quiera, tal y como lo sienta. Farid, segundo referente, es para mi el ejemplo del argelino que sabe estar y responder, cuyo c�rculo b�sico son la familia y los amigos, no el trabajo, pero como un buen profesional lo realiza de modo impecable, sin que pueda hac�rsele el menor reproche. Si te disputas con Farid es que no vales para vivir en Argelia, directamente.
El tercer referente es Mariona, pero a diferencia de los otros dos no lo es en referencia al comportamiento hacia los dem�s, sino hacia m� mismo. La tengo como ejemplo de adaptaci�n serena a la vida argelina sin perder en ning�n momento su identidad. Es algo casi imposible de conseguir, pero que en Mariona se hace realidad. Lleva en Argel muchos a�os, creo que demasiados. Tras muchos a�os en la Oficina Comercial, se march� en los 90, cuando el riesgo f�sico de permanecer en el pa�s era excesivo. Volvi� unos a�os despu�s para sustituir una baja y acab� tomando la plaza de Administrativa Contable, hasta hoy, que es su �ltimo d�a en el puesto.
Cuando decid� regresar a Argel, hace unos meses, la primera persona a la que comuniqu� mi decisi�n de presentarme fue Mariona. Ella me recogi� adem�s en su casa los primeros d�as, cuando descubr� que aloj�ndome en el Hotel El Djaza�r gastaba cada d�a m�s de lo que ganaba. Tuvimos la oportunidad de hablar de muchas cosas; m�s que de conocernos mejor, de saber m�s de la evoluci�n que cada uno ha llevado en estos a�os en los que nos hemos limitado a mantener una comunicaci�n por carta de vez en cuando.
Tras el atentado del 11 de diciembre, aquella noche fui con Erika a visitar a Mariona, para que nos hablara un poco desde su serenidad y experiencia de su visi�n del pa�s, algo que me parec�a muy �til para la becaria, con la que quer�a compartir ese referente. Tambi�n acud�, esta vez solo, a Mariona m�s tarde, en enero, cuando yo lo estaba pasando muy mal. Necesitaba escuchar un consejo y nadie mejor que ella para hacerlo de forma serena y responsable, como as� fue. La �ltima vez que me dio un consejo coincidi� tambi�n con mi �ltima crisis, cuando me cay� un �rbol sobre el coche y con �l todo el mundo. Fue un derrumbe general y decid� en un par de minutos que no me merec�a la pena seguir en Argelia, que me marchaba ese mismo d�a. Ahora veo que s� necesitaba desaparecer tres o cuatro d�as y pasarlos en casa, estaba muy falto de un �mbito en el que desahogarme y recargar las pilas. No haberlo hecho fue una equivocaci�n, aunque faltaban cuatro d�as para que viniera mi hermano a verme. Creo que no me manifest� realmente lo que ella sent�a, sino lo que la cabeza le dijo que me comunicara.
Mariona no se jubila, como podr�a parecerle a quien sin conocerle haya le�do que llevaba muchos a�os trabajando en la Ofecomes. Va a seguir en activo, pero en su querida Barcelona, cerca de su madre (una se�ora entra�able), de su hijo, de su nuera y del resto de su familia. Pasear� su estilo y su clase por las calles barcelonesas, sin necesidad de reducir su vida a las cuatro paredes de un Echo Bravo catal�n.
Desde el dolor en lo personal por tenerla lejos a partir de hoy, por no poder mirar a uno de mis referentes a la b�squeda de un consejo para mi propia vida, por carecer en la oficina de un pilar sereno, le deseo lo mejor en su nueva singladura. No publico m�s que una foto, en consonancia con la sobriedad de quien ha dejado tan profunda huella en sus compa�eros.
Suerte, mucha suerte, Mariona. T� te la mereces como nadie.
He de confesar que yo siempre he tenido en Mariona un referente. En realidad tengo cuatro, de los que puede contar tres. Suelo decir que Houria y Farid son, cada uno en su puesto, el prototipo del trabajador argelino ideal. Que conocer y entender a Houria es entender el pa�s y gan�rsela es haber triunfado en Argelia; as�, el tiempo que lleva distanciada de mi deber�a entenderlo como mi fracaso, aunque creo que es a ella a quien en esta ocasi�n le toca ir de frente y decirme todo lo que quiera, tal y como lo sienta. Farid, segundo referente, es para mi el ejemplo del argelino que sabe estar y responder, cuyo c�rculo b�sico son la familia y los amigos, no el trabajo, pero como un buen profesional lo realiza de modo impecable, sin que pueda hac�rsele el menor reproche. Si te disputas con Farid es que no vales para vivir en Argelia, directamente.
El tercer referente es Mariona, pero a diferencia de los otros dos no lo es en referencia al comportamiento hacia los dem�s, sino hacia m� mismo. La tengo como ejemplo de adaptaci�n serena a la vida argelina sin perder en ning�n momento su identidad. Es algo casi imposible de conseguir, pero que en Mariona se hace realidad. Lleva en Argel muchos a�os, creo que demasiados. Tras muchos a�os en la Oficina Comercial, se march� en los 90, cuando el riesgo f�sico de permanecer en el pa�s era excesivo. Volvi� unos a�os despu�s para sustituir una baja y acab� tomando la plaza de Administrativa Contable, hasta hoy, que es su �ltimo d�a en el puesto.
Cuando decid� regresar a Argel, hace unos meses, la primera persona a la que comuniqu� mi decisi�n de presentarme fue Mariona. Ella me recogi� adem�s en su casa los primeros d�as, cuando descubr� que aloj�ndome en el Hotel El Djaza�r gastaba cada d�a m�s de lo que ganaba. Tuvimos la oportunidad de hablar de muchas cosas; m�s que de conocernos mejor, de saber m�s de la evoluci�n que cada uno ha llevado en estos a�os en los que nos hemos limitado a mantener una comunicaci�n por carta de vez en cuando.
Tras el atentado del 11 de diciembre, aquella noche fui con Erika a visitar a Mariona, para que nos hablara un poco desde su serenidad y experiencia de su visi�n del pa�s, algo que me parec�a muy �til para la becaria, con la que quer�a compartir ese referente. Tambi�n acud�, esta vez solo, a Mariona m�s tarde, en enero, cuando yo lo estaba pasando muy mal. Necesitaba escuchar un consejo y nadie mejor que ella para hacerlo de forma serena y responsable, como as� fue. La �ltima vez que me dio un consejo coincidi� tambi�n con mi �ltima crisis, cuando me cay� un �rbol sobre el coche y con �l todo el mundo. Fue un derrumbe general y decid� en un par de minutos que no me merec�a la pena seguir en Argelia, que me marchaba ese mismo d�a. Ahora veo que s� necesitaba desaparecer tres o cuatro d�as y pasarlos en casa, estaba muy falto de un �mbito en el que desahogarme y recargar las pilas. No haberlo hecho fue una equivocaci�n, aunque faltaban cuatro d�as para que viniera mi hermano a verme. Creo que no me manifest� realmente lo que ella sent�a, sino lo que la cabeza le dijo que me comunicara.
Mariona no se jubila, como podr�a parecerle a quien sin conocerle haya le�do que llevaba muchos a�os trabajando en la Ofecomes. Va a seguir en activo, pero en su querida Barcelona, cerca de su madre (una se�ora entra�able), de su hijo, de su nuera y del resto de su familia. Pasear� su estilo y su clase por las calles barcelonesas, sin necesidad de reducir su vida a las cuatro paredes de un Echo Bravo catal�n.
Desde el dolor en lo personal por tenerla lejos a partir de hoy, por no poder mirar a uno de mis referentes a la b�squeda de un consejo para mi propia vida, por carecer en la oficina de un pilar sereno, le deseo lo mejor en su nueva singladura. No publico m�s que una foto, en consonancia con la sobriedad de quien ha dejado tan profunda huella en sus compa�eros.
Suerte, mucha suerte, Mariona. T� te la mereces como nadie.
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