He le�do lo que escrib� el viernes pasado y la verdad es que andaba yo bastante depre para poner algo as�. No es que ahora me encuentre pegando saltos de alegr�a, pero veo las cosas de otra forma.
Llevo unos d�as un poco tontos, es verdad. Son episodios de ansiedad, o de angustia, que no s� muy bien c�mo definir, que me hacen sentir mal. Ya estoy acostumbrado, no es algo nuevo, y s� que llegar�n tiempos mejores. En un mismo d�a puedo vivir ratos en los que tengo muchas ganas de bromear y me encuentro feliz y poco despu�s necesito hablar con alguien, pero no encuentro interlocutor y me vengo abajo en diez minutos.
El fin de semana fue bastante raro, gamberro y atrevido. No creo que llegue a contarlo en el blog, afecta a otras personas y alguno/a se podr�a mosquear. Contra los consejos que habitualmente recibo de la "medicina" que necesitar�a para estar mejor, esas circunstancias no han sido suficientes, quiz�s por tom�rmelo precisamente como una medicina. En cuanto me qued� solo el viernes por la ma�ana pas� una jornada muy mala. Y otro tanto podr�a decir del s�bado.
Este domingo ha seguido una l�nea parecida. He estado casi autista en el trabajo, pero creo que no se ha notado demasiado. Pero el subid�n lo he recibido al salir de misa dominical de seis de la tarde, por una serie de reencuentros muy agradables, uno detr�s de otro. He vuelto a ver a gente de Glycines con la que compart� vivienda varias semanas en julio del a�o pasado. Luego me he reencontrado con una amiga religiosa que conoc� en 1994 en Skikda, cuando ella viv�a en Constantina, con la que he compartido muy buenos momentos en varias etapas de mi vida en Argelia y que tras siete meses de ausencia por una enfermedad grave se ha reincorporado a Argel completamente curada. Finalmente, he conversado un minuto con Monse�or Tessier, a quien el Papa acaba de aceptar la renuncia por edad, nombrando un nuevo pastor para la di�cesis, de origen jordano, que tomar� posesi�n en septiembre, para descanso del bueno del "P�re Tessier", como todo el mundo conoce a nuestro arzobispo.
He salido tan contento que me he ido a comprar fruta por los alrededores y a hablar con la gente del valle de Hydra. Me encantan esas conversaciones de cinco minutos con gentes desconocidas que te acogen con infinita amabilidad. Encima, he podido comprar mis frutas favoritas. S�lo mis familiares y amigos muy cercanos saben que la sand�a, el albaricoque y las brevas son las frutas que m�s me gustan. Y hoy he encontrado las dos primeras, aunque el pasado martes tambi�n compr� brevas. He aprendido, por cierto, que el albaricoque se llama "barecok" en �rabe (que no en dialecto local). Seguro que no se pronuncia exactamente as�, de todas formas.
En esta �poca es una gozada ir a comprar fruta, hay casi de todo. A las naranjas, manzanas, kiwis, pl�tanos y peras del resto del a�o se suman las cerezas (muy caras), aguacates, fresas, sand�as, n�speros, melocotones, ciruelas, albaricoques, melones,... Los precios son elevados, quiz�s no m�s que en un mercado espa�ol, pero la diferencia estriba en que en Argelia no es posible encontrar ofertas y oportunidades a mitad de precio, como all�. Yo me he dejado hoy el equivalente a diez euros en fruta para un par de d�as. Y no es lo �nico que voy a comer, porque en mi euforia me he comprado mis otros platos favoritos: en un restaurante dos raciones de ensalada de pimientos picantes, que llaman algo as� como "jamish", y en un puesto de comidas cercano a mi casa una raci�n de sardinas ligeramente picantes de las que ya he escrito alguna vez.
Gracias a la fruta voy a intentar perder el mucho peso ganado en estas �ltimas dos semanas. Este lunes toca volver a bajar de los 80 kilos y la semana que viene de los 77. Es un nuevo prop�sito sobre la sucesi�n de fracasos que he acumulado �ltimamente.
Tengo dos d�as para encontrar una soluci�n a un problemilla de car�cter sentimental. Samia est� algo decepcionada conmigo porque las �ltimas veces que hemos querido quedar ha surgido por mi parte alg�n contratiempo. Se ha lanzado a estudiar espa�ol y la dificultad le angustia; me ha pedido ayuda, pero vive lejos y los usos y costumbres argelinos le impiden quedar conmigo por la noche. No es mi culpa, es ella la que se preocupa por el qu� dir�n. Me ha planteado cogerse unas minivacaciones y venirse un par de d�as conmigo a Argel. Pero a la vez me he comprometido a acudir a la jornada diocesana del viernes, que es un d�a de picnic que celebra la comunidad cristiana una vez al a�o en un ambiente muy agradable; es la oportunidad de compartir comida y d�a de campo con familias de otras nacionalidades europeas, con estudiantes del �frica subsahariana, con hispanos de las diferentes legaciones diplom�ticas sudamericanas, con gentes cristianas de otras confesiones protestantes u ortodoxas, aportando cada uno comida t�pica de su pa�s y probando un poco de todo. Creo que a Samia no le agradar� pasar el d�a rodeada de cristianos (no necesariamente practicantes), lo puede ver como una encerrona para marcar nuestra diferente confesi�n religiosa. As� que no s� qu� hacer. Soy consciente de que estas cosas no se suelen contar (tampoco hay nada m�s all� de lo que he relatado, como saben los que me conocen), pero tengo ya a todo el mundo acostumbrado a mi forma de vida sin secretos y alg�n lector me podr� ofrecer su opini�n.
lunes, 2 de junio de 2008
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