Cuando uno escribe un post y lo deja en la reserva corre el peligro de que acabe qued�ndose anticuado. Es lo que le puede pasar a este comentario m�o, escrito en el aeropuerto de Vigo en el mes de mayo y que trato de rescatar la segunda semana de junio. No modifico nada m�s que el primer p�rrafo, el resto lo dejo como estaba.
Me permito realizar un an�lisis pol�tico de Argelia, de la vida pol�tica argelina. Mi trabajo en Argel se desarrolla en el �rea econ�mica, raz�n por la que no incluyo nunca en el blog contenidos de an�lisis econ�mico, ya que eso formar�a parte de mi supuesto trabajo de Analista de Mercado, si se me permitiera dedicarme a ello y no ser un auxiliar administrativo excesivamente bien pagado. La pol�tica es, en cambio, algo que alcanzo a ver como observador, como expatriado que vive con los ojos siempre abiertos al mundo que le rodea. Alg�n d�a explicar� la pol�tica menor, la administraci�n p�blica, y la diferencia entre la wilaya, la daira y la APC o ayuntamiento, que es f�cil de entender en el interior del pa�s, pero que en lugares como Argel dan lugar a confusi�n. Hoy tiro directamente a la cabeza.
El sistema pol�tico argelino es presidencialista. Siempre lo ha sido. Fiel a su pasado colonial franc�s, ha copiado el sistema galo de distribuci�n de poderes, aunque con la particularidad de que las ense�anzas de Montesquieu cruzaron el Mediterr�neo s�lo para los segundos niveles del poder; por encima de ellos se sit�a uno, el presidente, que controla el ejecutivo, nombrado por �l, el legislativo, elegido a su gusto, y el judicial, dirigido tambi�n por �l. En Argelia no se entender�a que un juez decidiera algo contra el criterio de la m�xima autoridad del pa�s, a quien tampoco el �rgano legislativo, el Parlamento, se atrever�a a llevar la contraria.
El presidente de Argelia es quien nombra al Primer Ministro y lo hace sin contar con la opini�n del Parlamento. Hace unos a�os el entonces Presidente del Gobierno, o Primer Ministro, fue relevado de su cargo por el Presidente por tener aspiraciones pol�ticas a llegar a ser presidente. Su poder como Presidente lleg� al punto de provocar poco despu�s una rebeli�n entre los parlamentarios del grupo pol�tico al que pertenec�a el pol�tico ca�do en desgracia para modificar las conclusiones de un congreso partidista.
La democracia es un fen�meno reciente en Argelia y con caracter�sticas muy particulares. Para nosotros significa pluralidad, excepto en sectores extremistas, m�s de izquierdas que de derechas, que consideran que todo vale para que no gobierne la ora parte, que cuando se gana hay que imponer esa mayor�a en el Parlamento y cuando se pierde hay que ganar la batalla en la calle. En Argelia se entiende mayoritariamente la democracia como el derecho de todos a votar y a que el vencedor se ocupe tambi�n de todos, no s�lo de los suyos. No se entiende la pluralidad como una oposici�n permanente. Ser�a algo parecido a lo que ocurre en unas elecciones de una asociaci�n, sea cultural o deportiva, donde el vencedor de las elecciones crea su junta directiva y son los �nicos que se preocupan hasta las siguientes elecciones del gobierno de la asociaci�n, porque los socios esperan que lo controle todo y act�e en nombre de todos.
El paso de Argelia de un r�gimen totalitario socialista a uno democr�tico se inici� hace veinte a�os. El proceso finaliz� en un fracaso absoluto, con victoria aplastante en las urnas de los integristas isl�micos que iban a imponer otra dictadura de corte fundamentalista. Era el contrasentido de la democracia, permitir la victoria de una opci�n que propugna el fin del sistema que le lleva al poder, como pas� con Hitler en Alemania, Fujimori en Per� o Chaves en Venezuela. Los jefes militares de la �poca no aceptaron la deriva integrista y forzaron un autogolpe de Estado con la renuncia televisada del Presidente, lo que desemboc� casi inmediatamente en una guerra civil de la que es de esperar que los recientes actos terroristas sean los �ltimos estertores. El Estado cambi� las reglas del juego y las elecciones las ha ganado desde entonces siempre el poder. El primer presidente elegido democr�ticamente fue el general Zerual, al que sucedi� el actual, Abdelas�s Buteflika.
El a�o que viene corresponde celebrar nuevas elecciones, a las que el actual presidente no se puede presentar al haber consumido sus dos mandatos. Sin embargo, la voluntad del poder es saltarse ya las normas a la primera ocasi�n y, al mejor estilo sudamericano, cambiar la ley atendiendo a unas circunstancias personales. Durante varios meses se ha asistido a una presi�n medi�tica para hacer ver a la poblaci�n que el cambio de la Constituci�n es un clamor popular, que Buteflika es casi el padre de la patria. Yo he llegado a leer que en el a�o 2009 corresponde celebrar elecciones para la ?reelecci�n? presidencial.
La presi�n ha disminuido �ltimamente por las dudas sobre el estado de salud del presidente y su voluntad real de seguir en el poder. Aunque la oncolog�a ha mejorado mucho las posibilidades de supervivencia de los enfermos, pocos dudan de que no finalizar�a ese tercer mandato y se plantean si realmente no desear� el presidente nombrar a un delf�n en vida y garantizar la continuidad pol�tica.
Hace ya dos meses que ces� la presi�n medi�tica. Descoloc� a muchos pol�ticos que nombrara representante suyo para asistir a actos en el extranjero a un pol�tico llamado Uyahia. Para muchos representa la esperanza de la llegada al poder de una nueva generaci�n que entronca con el pasado. Uyahia lleg� a ser primer ministro con el anterior presidente y fue el creador de un partido de corte continuista, RND, para volver a atraer hacia el r�gimen a los ciudadanos desencantados con el FLN, con el que consigui� ganar las elecciones. No obstante, llen� el partido de oportunistas que con la llegada de Buteflika volvieron a pasarse en masa al FLN cuando �ste �ltimo recibi� los parabienes del Presidente y se ha dedicado durante a�os a reestructurar el partido para enraizarlo en la sociedad civil. Fue tambi�n decisivo en la propuesta de Buteflika como Presidente y el primero de sus jefes de gobierno. Excesivamente condicionado por amigos bien implantados en el terreno econ�mico, puede ser la persona sin aspiraciones por la pol�tica de partido que el pr�ximo a�o se convierta en nuevo presidente del pa�s. En algunos medios se ha lanzado tambi�n la candidatura del actual Ministro de Energ�a, Jelil. Aunque se trata de alguien con un gran poder, que le da el que de �l dependa m�s de un tercio de la econom�a argelina, el 70% de los ingresos fiscales del pa�s y el 99% de las exportaciones, su formaci�n econ�mica y su alineamiento con los planteamientos capitalistas m�s duros de Estados Unidos, pa�s con el que le unen muy estrechos lazos, le descartan para un puesto en el que adem�s de a los d�lares hay que mirar a las personas. Es en parte el mismo problema de la candidatura de Temmar, otro ministro del �rea econ�mica. Pienso que a Jelil no le interesa adem�s ese puesto, a diferencia de Temmar o Rahmani. En cambio, no es descartable un Berlusconi argelino, un hombre de negocios con buena imagen p�blica que quiera poner un colof�n pol�tico a una exitosa vida empresarial. El presidente de Sonatrach, Meziane, que podr�a ser considerado el primer empresario del pa�s, es en realidad el hombre de Jelil en una empresa p�blica y no tiene perfil p�blico. S� lo tiene Rebrab, due�o del grupo Cevital, pero sus or�genes de la regi�n de la Cabilia juegan en contra de sus posibles intereses.
Cualquier otro pol�tico de la vieja guardia est� descartado. Los llamados h�roes de la independencia, los muyaidines, se reparten ya entre los geri�tricos y los cementerios, si se permite la crueldad de la imagen, que no intenta ser ofensiva. Algunos pol�ticos de menor edad que participaron en la fase final de la guerra contra Francia est�n pol�ticamente quemados por su actuaci�n en los gobiernos del FLN. De esa forma, la lista de candidatos se reduce a no m�s de una decena de nombres.
Seguro que alguien se pregunta si en Argelia podr�a gobernar una mujer. La respuesta es que s�, que si Buteflika marcara a una mujer como su sucesora se llevar�a las elecciones de calle. El actual sistema de presentaci�n de candidaturas complica extraordinariamente la posibilidad de que se pueda presentar alguien ajeno al r�gimen, lo que casi descarta cualquier candidatura femenina de entre las defensoras de derechos humanos. La Ministra de Cultura no ha conseguido hacerse con un perfil pol�tico correcto en los meses que lleva en el Gobierno y s�lo una pol�tica trotskista estar� en condiciones de obtener los avales suficientes tras el relativo �xito de su partido en los alrededores de Argel en las elecciones locales del pasado oto�o, pero sin ninguna posibilidad de triunfar... afortunadamente, viendo los planteamientos de pol�tica econ�mica y de regresi�n en el plan de privatizaciones que propugna.
jueves, 12 de junio de 2008
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