A raíz de lo que escribí este fin de semana (me refiero al "normal", al de sñabado y domingoi, aunque en Argelia sea jueves y viernes) me voy a atrever a emitir un autodiagnóstico. Es más difícil de lo que parece, porque es precisamente hacia uno mismo como resulta más complicado valorar las circunstancias de manera justa. O ecuánime, cuando hay otros individuos de por medio.
Creo que desde hace tiempo sufro de crisis de ansiedad. No es algo reciente, aunque en este año se ha incrementado de forma exagerada. Contra lo que otros dicen que les sucede, yo no alcanzo generalmente a predecirlas. En muchas ocasiones me doy cuenta de que estoy perdiendo el autocontrol, pero ya resulta demasiado tarde. Sólo recuerdo haber reaccionado bien en una ocasión en la que me estaba enfrentando con la policía argelina horas antes de regresar a España para ser tratado médicamente y tuve la clarividencia de avisar al teléfono de emergencias consulares de la Embajada de España. No recuerdo quién me atendió, creo que me dijo que era jefe de visados o algo así y noté un cierto acento catalán; no le agradó recibir mi llamada y me respondió la tercera vez que llamé desesperado al no presentarse nadie en mi auxilio que tenía mucho trabajo y que un chófer se ocuparía de mi al final de la jornada laboral. No entiendo que se deje un teléfono de emergencias en alguien dotado de la sensibilidad de la piedra pómez, pero a la vez he de reconocer que posteriormente, tras llamar la propia policía al mismo número y hablar con el Cónsul español, la gestión fue exquisita. Tengo pendiente agradecerle al Cónsul la gestión cuando me recupere y también el haber actuado con la discreción que por su cargo se le supone, porque no me hubiera gustado que los detalles de mi problema personal trascendieran a mi trabajo ni al resto de la Embajada. Y le comentaré los que creo que son errores mejorables de gestión, porque ya me han narrado la experiencia de otra española de visita turística que llamó al estar sola y perdida en Argel, ella creía que en un barrio peligroso, y le hicieron el mismo caso que a mi al principio.
Pero estaba contando mis crisis de ansiedad. Cuando son muy fuertes vienen acompañadas de mareos y de una caída de tensión. La más grave me sucedió en diciembre del año pasado en el aeropuerto de Argel y durante unas horas me sentí morir.
Supongo que es algo que no tiene solución, que tengo que aprender a vivir con ello y a controlarlo. Y que la gente de entorno sepa cómo reaccionar y no hacerme en esos momentos más caso que el que harían a un niño pequeño. Simplemente imponerse con sentido común y aislarme en silencio y sin agobios.
Este año he sufrido muchos pequeños episodios de ansiedad debido a un estado anímico depresivo. Empecé hace un año por unos motivos laborales que no comento porque se me ha dicho que no hable del trabajo en el blog y lo quiero respetar. Por estas fechas ya estaba yo bastante tocado ante la perspectiva de tener que pasar las fiestas navideñas en Argelia. Y se publicó una sentencia judicial desfavorable, que daba por sentado algo absolutamente falso, que yo me había puesto de acuerdo con mi anterior empresa para engañar a la Seguridad Social. Saber que un juez considera que hay indicios de algo que no es cierto incidió en mi ánimo y me dejó muy hundido. Tuve la ayuda de alguien que consideré mi amiga que me sacó del hoyo de forma extraordinaria.
El atentado del once de diciembre pasado me llenó de miedos y también de motivos para acelerar mi depresión. Pude comprobar la crueldad y falta de sensibilidad de una persona que luego ha confirmado su forma de ser y también que mis ilusiones de realizar un trabajo agradable y agradecido en Argel no se iban a materializar. Y luego ya toqué fondo en el mes de junio al comprobar cómo unas mentiras bien aliñadas pueden hacer que gente a la que aprecias te considere su enemigo y te trate como tal.
No entro en otros detalles que no me agrada ventear al mundo, pero que mis amigos sí conocen. Supongo que la depresión sólo la cura el tiempo. Yo sé que no estoy curado, porque continuamente me asaltan dudas y momentos muy malos, pero supongo que eso llevará muchos meses. Desconozco si puedo ya afrontar el regreso a la vida laboral, porque para ello necesitaría conocer la experiencia de otros casos y sólo me conozco a mí mismo. Supongo que cuando la reincorporación está acompañada de comprensión será fácil, pero es algo que no se podrá esperar cuando se dé el caso de que durante meses de enfermedad no se interesen por ti.
No digo que el último caso sea el mío. Era una reflexión, como la de que el ratoncito Pérez sólo deja monedas a los niños y las ratas y demás roedores lo que hacen es morder y contagiar enfermedades. No espero precisamente monedas de premio aunque me deje los dientes.
lunes, 10 de noviembre de 2008
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