Sucedió hace unos días. Suena mi teléfono móvil. Es una amiga del blog, no descubro su nombre, que me llama desde un tercer país. Me cuenta que ha fallecido en Argelia una persona frente a la que tiene un compromiso moral de presentar condolencias y desconoce cuáles son los usos y costumbres del país entre la mayoría de confesión musulmana.
Yo no he asistido a ningún funeral en Argelia y casi no sé qué responder. Mi amiga no puede enviar flores desde su país, primero porque el servicio de Interflora no le va a gestionar el pedido (yo lo intenté hace unos meses). Y segundo, porque un ramo de flores no es lo adecuado para expresar las condolencias. Sí se entendería mejor que hiciera llegar una corona, una ofrenda floral, pero una vez que el cuerpo ha recibido sepultura. Le he recomendado a mi amiga que envíe una carta expresando sus sentimientos, aunque he olvidado decirle, por obvio, que evite los impresos ya preparados que suelen incluir una cruz, o las frases ya hechas de pésame que no sean acordes a la fe islámica. Igual que en nuestra cultura, el color negro se entiende como el más adecuado a las circunstancias, pero el verde también tiene un valor religioso importante que en algunas comunidades es muy apreciado.
Los musulmanes son enterrados envueltos en una tela y directamente bajo tierra, sin otros elementos. Esta norma suele ser objeto de problemas con la comunidad emigrante en España, puesto que en nuestro país es obligatorio el uso de un ataúd o envoltorio rígido. Personalmente me sorprende que ninguna empresa haya aún inventado el féretro 100% textil, que solucionaría buena parte del problema.
Siempre me habían dicho que los muertos se colocan orientados hacia La Meca, pero sin especificar si eran los pies o la cabeza los que debían marcar esa posición. En una visita al cementerio musulmán más importante de Argel comprobé que todos los enterramientos estaban alineados, pero que en cada parcela variaban de posición respecto de las otras, lo que parecía ir en contra de la teoría de la orientación. Lo pregunté allí mismo y la verdad es que causé bastante revuelo, porque ninguna de las personas que me acompañaba había deparado en esa circunstancia y empezaron a hacerse la misma pregunta que yo. Apareció un imán que nos explicó que es la cara del finado, la mirada, la que se dirige hacia La Meca. Desconozco si esa explicación es la correcta, a mí es al que me dieron.
domingo, 16 de noviembre de 2008
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