Hace ya casi nueve años, a finales de 1999, conocí en el aeropuerto de Argel a un chico muy simpático que trataba de hacerse entender en español. Me comentó que era ingeniero, que había realizado un curso en Lleida y que viajaba unos días de vacaciones. Trabajaba en una empresa pública dependiente del Ministerio de Obras Públicas como responsable del seguimiento de las obras públicas de carreteras licitadas en el Gran Argel. En la larguisima espera de uno de los retrasos de los vuelos de aquella época, en la que los aviones podían despegar tres o cuatro horas más tarde de lo anunciado, tuvimos ocasión de hablar de muchas cosas. Además, hicimos juntos el viaje a Barcelona.
Un par de meses más tarde, en el mismo aeropuerto de Argel, volvimos a coincidir. Yo viajaba acompañado de dos amigos de la Embajada, María José y Juan. Entonces nos invitó a acudir a la próxima boda de su hermana. Fue con motivo de este enlace cuando nos vimos por tercera vez.
Cuando dejé de trabajar para la Oficina Comercial tuve más trato con él, porque siempre he huído de que se me relacione con las peticiones de visado. De hecho, instalarse en España empezaba a ser la obsesión de mi amigo Mohamed, aun consciente de que trabajar en España como ingeniero le resultaría prácticamente imposible.
Poco tiempo después, Mohamed siguió los pasos de su hermano, que llevaba un tiempo en España y se quedó residiendo ilegalmente en su casa de Alcoy, provincia de Alicante. No tardó mucho en obtener papeles y pudo empezar a trabajar como operario en una empresa de la localidad, en la que sigue. No ha vuelto a ejercer de ingeniero y creo que ha asumido que nunca lo hará en España.
En uno de sus viajes a Argelia se echó novia y trató de que se viniera con él. Pero no resultaba facil. Incluso después de estar casados tuvo muchas dificultades para que a ella le concedieran siquiera un visado para venir a verle. Finalmente lo obtuvo y el matrimonio lleva ya unos años residiendo en Alcoy.
Ayer recibí un e-mail de mi amigo Mohamed. Me contaba que tenemos en el mundo un nuevo valenciano, un nuevo alicantino, un nuevo alcoyano, hijo de Mohamed. Y que le ha puesto de nombre Sami Abdelkarim.
Felicito desde aquí a mi amigo Mohamed, a su esposa y doy la bienvenida a Sami.
lunes, 3 de noviembre de 2008
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