domingo, 23 de noviembre de 2008

Relación de daños

Todavía sigo echando cuentas de las pérdidas de la mudanza, de los daños materiales recibidos. La peor parte se la ha llevado el ropero de mi habitación, que ha tenido que ser montado en precario y el día menos pensado se caerá. Incluso estéticamente ha sufrido arañazos y las puertas desencajadas. También el sofá-cama está bastante arañado en un lateral, con un trozo de la falsa piel arrancado. Y a la estantería le falta un trozo, que ha debido astillarse por el camino. La lavadora no ha podido salir indemne del desastre, pero no es gran cosa. No tiene en cambio solución la pieza que le falta a la mesa de la terraza, que la inutiliza; la rotura del cubo de la ropa sucia, que me obligará a comprar otra en Ikea, si me cabe en la maleta; ni la base del árbol de Navidad que hace exactamente un año me trajo de regalo la becaria de mi oficina.

A eso hay que sumar lo que se me ha roto, como hoy mismo unos vasos, una jarra y la cazuela de barro (lo siento por el bacalao al pil-pil de Marta, que ya tengo desalado y ahora me quedo sin la cazuela) y algunas "desapariciones" misteriosas.

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