¿Quién dijo que en Argelia no llovía? Desde luego, alguien que no ha estado nunca. Es evidente que en el sur no llueve y que lo hace de manera insuficiente, pero la zona costera, la más poblada del país y en la que se sitúan tanto Argel como las ciudades de Orán, Bejaia y Annaba, presenta un clima mediterráneo idéntico al de las cercanísimas ciudades de Valencia, Alicante o Palma de Mallorca.
A los que somos de costa no son sorprende, pero la gente de la meseta se sorprende con las trombas de agua que pueden llegar a descargarse en unos pocos minutos. Y, a diferencia de lo que ocurre en España, las calles suelen estar guarras como ellas solas, de modo que los desagües se obturan con pasmosa facilidad y caminar por la calle es hacerlo sobre un barrizal de lodo y materia orgánica e inorgánica diversa.
Lleva unos días que no para de llover y parece que va a seguir aún así. Es bueno, es necesario, aunque la costa argelina no tiene capacidad de recogida de las aguas pluviales y los pantanos se sitúan en la zona de la meseta, a partir de unos 150 kilómetros hacia el interior. Pero la lluvia también ayuda a limpiar las calles y el ambiente.
Si preguntamos a un nórdico cómo encuentra las calles de España, dirá que muy sucias, que somos muy guarros. Y no le falta razón. Eso se incrementa cuando se baja a Argelia y las calles están aún más sucias. Y, aún así, yo vivo en Argel, pero la gente que está desplazada en Orán podría escribir libros de anécdotas. No sé si alguien se animará a comentar aquí su experiencia.
La culpa de la suciedad la tenemos todos los que vivimos en Argelia. Creo que soy un arara excepción en mi manía de guardarme los papeles hasta que encuentro una papelera, pero muchas veces acabo renunciando a su búsqueda y dejo los restos sobre una caja de cartón o más basura apilada. Y creo que como yo hacemos casi todos, contribuyendo muy poco a mejorar la limpieza de la ciudad de Argel.
Uno de los atractivos turísticos a promocionar en mi calle es el camión de la basura. Quienes lo conocen estarán ya sonriendo, seguro. Como se trata de una calle estrecha y larga, muy larga, cuando se tiene la mala suerte de coincidir con él por la noche se precisa cargarse de paciencia para asistir tranquilamente los siguientes treinta o cuarenta minutos a una demostración de arquitectura a partir de residuos urbanos. Más de un estudiante de bellas artes podría tomar nota para su proyecto de fin de carrera. Los empleados son auténticos artistas y artesanos, porque no emplean medios mecánicos, de la decoración creativa y se dedican a colocar minuciosamente cada una de las bolsas de basura en el camión, que no está cerrado ni cubierto. Situando correctamente cada bolsa en el sitio más adecuado, realizan unas construcciones sobre plataforma móvil de unos tres metros de alto y paredes verticales que todavía no he visto que se cayera. La imagen final recuerda a una trinchera de las de la Primera Guerra Mundial, sólo que en lugar de sacos terreros emplean bolsas de basura de pequeño tamaño, porque el “sachet” de supermercado sustituye evidentemente a cualquier potro envase de pago. Es la del camión de la basura una de las fotos pendientes para cuando me devuelvan arreglada la cámara fotográfica.
Creo que conté aquí cómo al día siguiente de llegar a Argel hace un año me encontré a dos trabajadores parados en el borde de una acera de la calle en El Biar que portaban un mono de trabajo con un logotipo que decía “NET-COM”. Inmediatamente pensé que realizaban un trabajo relacionado con las nuevas tecnologías y que posiblemente estaban colocando fibra óptica para las necesidades de comunicación de los vecinos de la zona. Me dije que Argelia ha progresado más deprisa de lo que yo creía. Al cabo de unos días me sacó de mi error un camión de la basura con el mismo logotipo: Lo de NET-COM venía de “nettoyage communal”, la limpieza municipal.
sábado, 29 de noviembre de 2008
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