lunes, 17 de noviembre de 2008

Unas gotas de economía y comercio

Me descolocaban muchas veces cuando me preguntaban “¿Y yo que podría vender en Argelia? Ahora ya he aprendido a responder: “lo mismo que usted vende en el resto del mundo”. Lo único que se me ocurre que no se puede vender en Argelia son piensos y elementos auxiliares para la cría de ganado porcino, que no lo hay. Pero, para todo lo demás existe un mercado más o menos amplio. Es indudable que un vendedor de candelabros judíos tendrá un mercado muy limitado, posiblemente limitado a las ventas individuales a judíos norteamericanos de las compañías que operan en la zona petrolífera del desierto, pero existirá mercado. Como siempre ocurre en el comercio, lo importante es saber llegar al cliente en las condiciones que le interesen.

Sé que la pregunta de qué puedo vender en Argelia suele proceder al final de intermediarios que no venden nada en concreto, simplemente buscan la oportunidad y creen que como trabajo en la Oficina Comercial les voy a facilitar contactos para su lucro personal, cuando eso es algo que va contra mi ética, puesto que me pagan y muy bien por ofrecer esos mismos servicios dentro de la estructura de un organismo público pagado por todos los contribuyentes, bajo las directrices de unos jefes que saben de todo esto mucho más que yo. Además, eso que me piden como un favor lo pueden conseguir de forma gratuita o casi gratuita por los cauces reglamentarios. Cuando me suceden estas cosas me doy cuenta de lo cerca que están la mentalidad argelina y española en cuanto al sentido de la transparencia y de la igualdad de trato de la administración pública. Muchas de las cosas que me espantan de la corrupción argelina han sido sin duda moneda de uso común en nuestro país hasta épocas muy recientes. Y en algunos ámbitos subsisten.

Sí suelo responder con más detalle a la pregunta inversa, qué se puede importar desde Argelia, porque el comercio en ese sentido no es estrictamente mi trabajo. Suelo responder que hidrocarburos, minerales, pescado y argelinos; pero que como los dos primeros son en general comercio de Estado, sólo quedan el pescado y los argelinos. En Argelia habría muchas más oportunidades, como subproductos forestales y productos elaborados en los que la energía sea el principal imput, pero la ineficacia productiva y la burocracia destruyen generalmente estas oportunidades.

Hace unos días estuve echando un vistazo a las estadísticas de comercio exterior español, en las que Argelia figura como el duodécimo proveedor de España con un volumen de importaciones de 4.415 millones de euros en 1997, que este año se han disparado por la subida del precio del gas, tema objeto de graves controversias en los momentos en los que los precios internacionales en el mercado libre eran muy elevados, pero que ahora, que el precio está bajando, las autoridades argelinas callarán. Nosotros, desgraciadamente, sólo vendemos un 30% de esa cantidad (es lo que técnicamente se llama tasa de cobertura), pero Argelia aún pretende desequilibrar más la situación y aduce que la balanza comercial fuera de hidrocarburos nos es muy favorable. Pero el gas y el petróleo no sólo suponen el 98% del valor de las exportaciones totales argelinas, sino que creo recordar que el 40% del PIB, de la riqueza que se genera en el país. Por ahí deberían comenzar a trabajar en la diversificación de la economía.

Estos días estoy tratando de manera excepcional asuntos económicos y comerciales. Lo hago porque llevo unos meses de baja laboral y no maneja ninguna información relacionada con mi actividad laboral. Pero me voy a reincorporar de manera inminente a mi puesto de trabajo y todo lo relacionado con él volverá a quedar al margen del blog.

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