Cogiendo el ritmo

Desde hace ya unas semanas vivo con la ilusión de regresar a mi vida en Argel. Creo que no estoy plenamente recuperado, porque tengo sensaciones hacia la parte laboral de lo que será allí mi vida que por un principio de prudencia no puedo expresar en estas líneas, pero ya me dijo el especialista hace unas semanas que la curación definitiva tardará más tiempo. No obstante, supongo que el grado de superación de mis problemas psíquicos puede ser ya el suficiente para recibir en unos días el alta médica.

He recuperado las ganas de estar al corriente de lo que sucede en Argelia, tanto en el plano general como en el profesional. Estoy absolutamente al margen de cualquier actividad laboral, allá cada cual con su conciencia decimonómica y orgullo mal entendido con sueldo pagado por todos los contribuyentes, pero eso no quita para que hasta me interese por la Feria de Obras Públicas de Argel y haga cábalas sobre la pocibilidad de acudir a visitarla.

Me preocupo lógicamente cuando se reciben malas noticias. Por ejemplo, la del asesinato del alcalde de una localidad de la región de la Cabilia que cayó en manos de los terroristas cuando el conductor de su vehículo se detuvo a hacer sus necesidades al borde de la carretera, según acaban de decirme que ha marrado su chófer en unas declaraciones a la radio. Independientemente de que la historia tiene muchos puntos oscuros, es una demostración más del riesgo evidente que existe en el país en general y en la Cabilia en particular.

Mientras esas noticias apagan un poco mi ilusión de moverme por el país, mi espíritu viajero se alegra al saber que dentro de unos meses existirá una conexión aérea directa entre Argel y Pekín dos veces por semana, los jueves y los domingos. Eso me recuerda que algún día tengo que utilizar él vuelo directo a Bamako.

Supongo que estas pequeñas alegrías y preocupaciones son buenos síntomas para un pronto regreso.