Llevo un tiempo mostrándome muy comedido en estas artes de la escritura. No es por miedo a la actuación de quienes más o menos veladamente me han amenazado. Me tiene absolutamente sin cuidado y no tengo miedo a nadie en ese sentido. Este blog es parte de mi libertad personal y a quien no le guste que se pase por el juzgado después de desayunarse sus amenazas. He tratado de contentar a quienes me han pedido no salir en una foto o no ver su nombre publicado, pero es simplemente una atención a agradecer, porque ninguna obligación legal me obliga a actuar así. Y, como escribía más arriba, quien tenga dudas al respecto que lo consulte en el juzgado.
Mi comedimiento o tibieza, que se refleja sin duda en la menor extensión de los textos, se debe más bien a una apatía general. Habrá quien piense que es resultado de la medicación, pero yo más bien creo que se debe a la maduración de un estado de desilusión. Me cuesta levantarme por las mañanas y apenas saco rendimiento a la jornada, pese a que casi no tengo nada que hacer.
A partr del texto que escribí ayer he recibido en unas pocas horas cinco correos personales con comentarios. Como la mayoría de quienes me escriben son del sexo femenino, puedo confesar sin descubrir nada especial que han sido cinco mujeres diferentes las que me han enviado su comentario. Es curioso, no me envían razonamientos muy diferentes entre sí, sino que más o menos interpretan en una misma línea que aún siento que hay gente que me quiere hacer daño y que yo seré incapaz de responder con maldad.
No pensaba yo que un comentario dejado un sábado por la tarde en el blog podía obtener una respuesta tan inmediata. Hace unos meses que desactivé los medios de controlar quiénes acceden al blog, porque prefiero no saberlo y que no me condicione al escribir. En mi feliz ignorancia, me había dicho que muy pocos accederían al blog un sábado por la tarde. Pero estaba equivocado.
Y por si he ofrecido una imagen equivocada, quiero subrayar que no pienso que haya gente que esté tratando de perjudicarme, sencillamente porque no soy nadie importante. Si lo creyera resultaría una simple paranoia y estaría dándole la razón a uno de esos pocos indeseables que aún no han hecho las maletas para volver a la jaula de la que se escaparon y dejarnos vivir a los demás en paz en Argelia.
El caso es que cuando he encendido el ordenador mi intención era escribir sobre la Cumbre del G8 ó del G20. Quería recordar cómo Buteflika estuvo presente en la última reunión de Hokkaido, en Japón, en la que los líderes de las siete primeras potencias económicas mundiales más Rusia decidiron hacer caso a aquello de "siente a un pobre a su mesa" y se prepararon un festín de 19 platos, titulado "bendiciones de la tierra y el mar" con los líderes de los llamados países pobres africanos. Y allí estaba el presidente de Argelia, al que no le da vergüenza que se sepa que el suyo no es un país pobre, sino un país rico lleno de pobres. Recuerdo que el Presidente del Gobierno español criticó los excesos del menú, pero ahora me queda la duda de saber si en el fondo no era una cuestión de envidia por no tener la oportunidad de rebañar el plato, dados los esfuerzos que ha desplegado en esta ocasión. Eso, o las ganas de poner junto al presidente Bush los pies encima de la mesa, en plan Aznar, porque para hablar, si no ha aprendido idiomas estas últimas semanas, no parece que sea. Ya sabemos que si quiere ser consecuente con lo que para consumo interno ha manifestado, si le preguntan su opinión sobre las medidas para superar la crisis dirá "¿Crisis, qué crisis?"
Me han remitido una viñeta con el traje que decían que Sarkozy le había preparado a nuestro Presidente para que pudiera acudir a la comida de gala.
Desde luego, más vale reirse con la crisis que llorar.
domingo, 9 de noviembre de 2008
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